OPINIÓN
Una manzana
Comiendo una manzana mientras veo un debate político en la televisión cargado, como habitualmente, de crispación y desencuentros pienso que usamos la palabra “manzana” para referirnos a un grupo de casas rodeados por cuatro calles, gracias a la popularización de otra palabra utilizada en el siglo XIX por Ildefonso Cerdà en la transformación de la estructura urbanística de la ciudad de Barcelona. Este urbanista utilizó el término “mansana”, cuando diseñó la nueva disposición del entramado de calles del ensanche barcelonés, inspirándose en la idea del “manso feudal”. En la España feudal las tierras dedicadas a los cultivos se dividían en “reservas” y “mansos”, las primeras eran las que el señor feudal explotaba con sus siervos y las segundas (las mansanas), eran las parcelas que se cedía a los campesinos libres entorno a sus casas a cambio de una parte de sus cosechas. “Mansana” acabó transformándose en “manzana” tal y como lo conocemos y usamos hoy en día.
Otra trasformación de una palabra, esta vez por un error de traducción convirtió a la manzana en un fruto prohibido, cuando en el año 382 d.C. Jerónimo de Estridón recibió el encargo por parte del papa Damaso I de realizar una versión en latín de la Biblia, pero al no conocer bien la lengua hebrea, hizo que en la transcripción de algunos pasajes cometiera errores. Originalmente en el Génesis, aparece el pasaje en el que Dios indica a Adán y Eva que no deberán comer del fruto del árbol del bien y del mal. El término ‘mal’ fue traducido al latín vulgar por ‘malum’ palabra de doble significado: Acto negativo y también manzana, por lo que la gente que comenzó a leer la nueva versión de la Biblia se quedó con el significado de manzana. Se popularizó tanto el mito de la manzana a través de la pintura y la escultura; con la serpiente, símbolo del mal, observando la escena de Eva ofreciendo la manzana a Adán, que ha sido aceptado hasta por la propia Iglesia, que no ha hecho nada por enmendar el error.
Es habitual usar la expresión “manzana podrida” para designar a aquellos individuos que son culpables de corromper e incitar a delinquir a otras personas, expresión esta que parte de una realidad química, ya que cuando una manzana comienza a pudrirse emana gas etileno, responsable de la maduración de la fruta y este gas hace que las manzanas que están alrededor (o en el mismo cesto) aceleren su proceso de maduración, pudriéndose mucho antes de lo que les correspondería.
Otra expresión que tiene como protagonista a este riquísimo fruto es la de “ser la manzana de la discordia” para señalar a alguien que provoca, intencionadamente, que haya disputas, desavenencias y discrepancia de opiniones dentro de un grupo… ¡Vamos, lo que hoy veo en la pantalla !como si fuera la estrategia habitual de la política más allá del dialogo y la búsqueda de entendimiento que debería de ser, en cualquier caso, si lo que se pretende es encontrar soluciones a problemas comunes.
La expresión proviene de una leyenda que se recoge en la mitología griega y que tiene que ver con Eris, diosa de la discordia y las desavenencias.
Según explica el mito, durante las bodas de Peleo y Tetis que serian los padres de Aquiles, hizo acto de presencia Eris, quien no había sido invitada, con la intención de provocar un conflicto entre los allí reunidos. Traía una manzana de oro con una inscripción que indicaba que era para la mujer más hermosa, algo que motivó que las tres deidades: Afrodita, Atenea y Hera discutiesen entre ellas sobre a quién le correspondía quedársela.
Para mediar en el conflicto ocasionado por Eris, Zeus escogió a Paris que estaba cuidando sus rebaños ,para que eligiera a la más bella de las tres y que debía ser la poseedora de la manzana .
Las tres intentaron sobornar a Paris que tras mucho dudar, ofreció la manzana de oro a Afrodita (quien le había prometido el amor de la bellísima Helena de Esparta, esposa del rey Menelao).
El joven convencido por las palabras de la diosa terminó secuestrando a Helena, lo que dio lugar a la conocida “Guerra de Troya”.
Fue de los numerosos relatos sobre este episodio mitológico de donde nació la expresión “Ser la manzana de la discordia”.
Comiendo esta manzana mientras veo uno de estos alterados debates políticos… pienso que puesto que nosotros elegimos de donde salen y quienes son nuestros gobernantes, deberíamos informarnos bien para evitar los lugares y situaciones donde habite el mal , alejando de nosotros a aquellas manzanas podridas capaces de corromper a la sociedad y que son el origen de la discordia y los enfrentamientos.