OPINIÓN
El botón rojo
La facultad para orientarse en la vida práctica”, aquello que calcula lo probable y lo improbable, lo razonable y lo absurdo es lo que llamamos sentido común, para muchos el menos común de los sentidos sobre todo si nuestra cabeza está repleta de narcisismo, egocentrismo paranoico y prepotencia como la que manifiesta en uno de los países más poderosos del mundo algún mandatario con tupé.
Y es que a veces pienso que deberían agregar en la educación de las escuelas del mundo una nueva asignatura que se llamase “sentido común” o si lo prefieren “Common sense”. Nos ahorraríamos muchos disgustos y hasta se salvarían muchas vidas…
Hay situaciones en las que el sentido común se convierte en un término decisivo, e incluso puede marcar la diferencia entre un día normal o un día trágico.
Si hace 37 años alguien hubiera apretado un botón rojo, hoy no tendríamos ningún problema… Más que nada, porque probablemente el mundo no existiría.
(“The Red Button & The Man Who Saved The World”, documental realizado por Kevin Costner 2008)
El 26 de septiembre de 1983 pudo ser el fin de nuestro mundo, el “Apocalipsis atómico” en el llamado “Incidente del equinoccio de otoño” en plena guerra fría entre USA y la URSS
Una rara conjunción astronómica entre la Tierra, el Sol y la posición específica de un satélite ruso hizo que saltara una alarma que fue interpretada por un ordenador como que un misil balístico intercontinental estadounidense se habría lanzado y en 20 minutos alcanzaría la Unión Soviética.
Stanislav Petrov,Teniente Coronel de las tropas de defensa aérea, estaba a cargo del centro de mando de la inteligencia militar soviética desde donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa.
Su misión era verificar y alertar de cualquier ataque a sus superiores, con lo que se iniciaría el proceso para contraatacar con armamento nuclear a los Estados Unidos.
En noviembre de 1982 la OTAN había realizado unas maniobras militares que simulaban el despliegue de un ataque nuclear masivo, el “Able Archer 83″ que rápidamente fue interpretado por la KGB, como una preparación de un primer ataque contra la Unión Soviética y las relaciones entre las dos potencias estaban “calentitas”.
Tanto Reagan que denominaba a la URSS “el Imperio del mal” como Yuri Andrópov tenían un enjambre de moscas detrás de la oreja.
Con esta situación encima de la mesa, Petrov pensó que debía de tratarse de un error, porque no tenía lógica que USA atacara con un único misil. Más tarde los ordenadores indicaron que cuatro misiles más se dirigían hacia la URSS pero conociendo que el satélite OKO de alerta temprana rusa podía equivocarse, consideró que cinco misiles, eran muy pocos cuando Estados Unidos tenía miles.
Él debería haber apretado el botón rojo que avisaba al Presidente Andrópov, al Ministro de defensa y al Jefe del Estado Mayor, seguramente todos dispuestos a atacar sin pensar.
La Unión Soviética,confundiéndolo con un avión espía, había derribado unos días antes un Boing 747 surcoreano que había invadido por error el espacio aéreo soviético, y aunque el piloto encargado de abatirlo vio claramente que era un avión de pasajeros, disparó por que tenía la orden de hacerlo, muriendo 269 personas.
El sentido común y la prudencia hizo que Stalisnav Petrov esperara y descubriera que era una falsa alarma; aunque desobedeciera las ordenes de comunicar el dato a sus superiores, dejando que ellos decidieran si era erróneo o no.
Cuando le preguntaron por qué no había dado la alerta, contestó: La gente no empieza una guerra nuclear con solo cinco misiles.
Petrov,no cumplió con su deber, sin embargo y dadas las circunstancias no fue castigado pero le destinaron a un puesto inferior y decidieron ocultar el incidente. Un año después se jubiló y vivió hasta su muerte en una pequeña ciudad cerca de Moscú.
Diez años después recibió entre otros, el World Citizen de la Asociación de Ciudadanos del Mundo, el premio de la Paz de Dresde y fue homenajeado en la ONU y en el Senado de Australia.
Pensando en los políticos que hoy tienen su dedo sobre tantos botones rojos repartidos por el mundo, solo me queda esperar y “rezar” para que el sentido común de los humanos les haga meditar cuidadosamente sobre las consecuencias de una mala elección de sus dirigentes.