OPINIÓN
Cuando esto pase
Una tarde cualquiera del mes de marzo del 2020
(Escrito cuando todavía no debíamos salir y nació ese deseo en muchos, que permanece en mí a pesar del olvido de las precauciones y la inconsciencia de algunos. Hoy comparto esta reflexión que espero sea una llamada a la responsabilidad, la prudencia y la solidaridad) ...
Escuchando desde mi ventana parado como hace mucho que no lo hacía en el bullicio de un árbol lleno de pájaros que se llaman entre ellos, cantando vuelan libres y se van porque mi sola presencia irrumpe en su ruidosa intimidad. Sin coches, sin ruidos oigo el viento y el silencio de esta tarde que muere con una herida roja en el horizonte enmarcado entre casas, oigo la oscuridad que me trae la noche prometiéndome sueños con historia de otras vidas. Encerrado desde mi ventana oigo la libertad de los pájaros cantores.
Los olvidados libros que quise leer y ahora leo, las llamadas a mis amigos, las películas que no he visto, la música que hacía tanto que no escuchaba y esas palabras que quise decirte y hoy por fin te digo.
Las noticias cargadas de curvas estadísticas, número de contagiados número de fallecidos aquí y allí... Trabajo que se pierde, dolor de muchos, necesidad de ayuda, números y números teñidos de locura, incredulidad y esperanza.
Deseo de normalidad ,de volver a ese ayer donde no había amenazantes trompetas apocalípticas sobre un diminuto planeta microscópico que nos ha traído una llave que cierra nuestras posibilidades de desarrollo en comunidad.
Movido por el deseo y la esperanza pienso que cuando esto pase, tal vez el mundo entienda por fin que el hombre necesita al hombre , que el individualismo tiene un corto recorrido, que el amor no florece dentro de un monedero y que el dinero no sirve para comprarlo todo ...
Pasado mañana... tal vez fuera de estas cuatro paredes, entendamos que se superó el problema con el esfuerzo de todos, empujando en la misma dirección.
Volveremos a salir poco a poco habiendo sido capaces de perder un poco de libertad por el bien común; renovados tal vez, valorando el saludo, la sonrisa, la conversación, los abrazos y todas esas pequeñas cosas que nos hacen grandes. Abrazaremos a los que nunca hacen trampas, a los héroes que aplaudimos a las ocho de la tarde, a aquellos que hoy saludan con una sonrisa desde los balcones, que no necesitan las leyes y las prohibiciones y que usan las redes sociales para animar a los demás y aprenderemos a perdonar a aquellos que se subían a los tejados , a los que entraron a escondidas en los pueblos contagiando a todo el mundo, a los que salían a la calle riéndose.
Cuando esto pase juntaremos nuestras manos sin guantes para reconstruir nuestro mundo. Cuando pase, entenderemos lo importante que es la sanidad pú- blica, la educación, la investigación, la ciencia, la cultura, la protección de nuestra fragilidad y exigiremos a nuestros gobernantes que las procuren para todos.
Cuando abramos la puerta de nuestras casas para salir tendremos que recordar los errores para no volver a caer en ellos, agradeceremos los aciertos y espero que aprenderemos a perdonar a aquellos que no se perdonan a sí mismos y que deciden en la dificultad, remar en otra dirección, saltarse las normas, criticar, amedrentar, generar tensión, negar la ayuda, potenciar el odio, escurrir el bulto; aquellos para los que son necesarias las sanciones y las multas, aquellos que no respetan a los demás ni se respetan a ellos mismos.
Cuando salgamos entenderemos el valor de la solidaridad habiendo conocido en algunos lo contrario. Ya no valdrán las consignas del neoliberalismo, del individualismo y del sálvese quien pueda y no quedará más remedio que entender otra forma de vivir desde el amor al prójimo, el compromiso hacia los demás y también el perdón hacia los que se empeñan en convertirnos como diría Valle Inclán en la boca de Max estrella " Cesantes de hombres libres y pá- jaros cantores "•