Por Villa, mejor

Redactado por: Miguel Sainz
18-05-23

Para mejorar el pasado es necesario confiar en el futuro, pero hay que elegir un buen acompañante. Los políticos son los peores, así se ha demostrado en nuestra Villa y puede que terminen de hundirnos en la miseria cuatro años más y ¿por qué?.

Ya decía Quevedo del nacionalismo catalán que prometen pagar con el plomo el oro y terminamos pagando con el oro el plomo. Algo muy similar a los programas políticos que nos presentan en Villa los otros y.... ¿quienes son los otros?

Los otros son los que se ganan la vida fingiendo. Hay que reconocer que mentir sobre su comportamiento es un arte actoral. Con los actores las personas ríen, lloran y gritan, pero al salir de la sala de proyección la realidad inventada se convierte en real.

Los actores políticos no son los más adecuados para dirigir nuestro municipio. Por Villa solo luchan los vecinos, personas reales con necesidades cotidianas, pero que también ambicionan vivir mejor y demandan proyectos que son nucleares para alcanzar su bienestar. ¿a cuáles nos referimos?

Como indica la pirámide de Maslow sobre las necesidades humanas, lo primero es cubrir las necesidades básicas, hay vecinos que sufren dificultades y sobre ellas hay que incidir, el segundo nivel es la seguridad que puede sustanciarse de manera prioritaria con el empleo y la vivienda, el tercer escalón consiste en la interacción humana, vivir en sociedad significa relacionarse, el cuarto nivel es el de autoestima que viene determinado por el respeto, la confianza y el reconocimiento. En la cúspide encontramos la autorrealización.

Subir esta escalera de necesidades se articula mediante una gestión eficaz de nuestra tierra, trabajo, capital y tecnología y todos estos factores dependen de cómo se administra el dinero público, cuyo banco central es el Ayuntamiento.

El dinero no da la felicidad, ayuda a conseguirla, se dice y, no es el propósito, pese a que nos crujen a impuestos, multas y tasas. A veces se alcanza una felicidad efímera como cuando se consigue aparcar sin dar vueltas, cuando en el Ayuntamiento responden con celeridad a nuestras demandas, cuando encontramos los servicios adecuados a nuestras aportaciones dinerarias, cuando se valora nuestro tiempo, nuestra seguridad y confort. En suma, cuando el conjunto de todas estas pequeñas felicidades efímeras constituyen un estado de felicidad latente, un nivel básico, un mínimo vital para no enfadarse.

La felicidad no es un fin en si mismo, es un medio para lograr ser una persona mejor. Un transitar entre los quehaceres diarios. Un estado del alma que oscila en torno a un equilibrio emocional, siendo nuestro entorno habitable el principal escollo y, ¿cómo se consigue la felicidad?.

A mi juicio, la paciencia permite ser perseverante, lo que se logra con esfuerzo y dedicación. No es necesario ser más listo o inteligente que los demás, basta con ser normal, ser personas que no se desvían de la regla, vibrar alrededor de una línea que nos dirige a una o a varias metas y de esto los vecinos saben mucho.

Los vecinos quieren vivir mejor, es lícito y plausible, es razonable e inequívoco. Para vivir mejor se debe estar contento con el lugar que se habita, pero ¡ay de mi! yo no lo estoy y la mayoría de mis convecinos tampoco y aquí surgen las fricciones que nos desgastan.

Llegamos a unas elecciones con múltiples opciones disponibles que demuestran que existen muchos pareceres distintos. En cualquier caso no se trata de un casting electoral, aquí los actores son conocidos y estamos hartos de ver sus películas, reposición tras reposición. No queremos más palomitas, ni perritos calientes. Solo queremos pasear por una Villa mejor. Mejor por Villa •

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