OPINIÓN
Vanessa, la herencia de Manolo Escobar
Hija del cantante y de Anita Marx recuerda a sus padres constantemente: “No me acostumbro a vivir sin ellos”
Fue un día del mes de mayo de 1978. Procedentes de Madrid, Manolo Escobar y su esposa, Anita, llegaron a Benidorm en un lujoso “Mercedes”. Los dos ocupaban el asiento posterior y entre ellos, una canastilla donde dormitaba una niña, nacida pocas semanas antes, que había sido adoptada e inscrita en el Registro Civil como Vanessa García Marx. Entró el coche por la puerta del chalet “El Porompompero” y el bebé se despertó llorando por primera vez en aquel inmenso jardín.
- Es lo que se echaba de menos en esta casa, la presencia de una hija- dijo el cantante.
Miró a Anita y vio los bellos ojos azules de la alemana inundados de lágrimas por la emoción. El matrimonio había cumplido el sueño más deseado y una criatura, hasta ese momento oculta, era señalada por el destino para criarse y hacerse mujer en un hogar donde el amor reinaba en las cuatro esquinas. En ese momento el artista creó en su mente el germen de una canción, “Mi pequeña flor”, que vio la luz al año siguiente, en 1979, como regalo en el primer cumpleaños de Vanessa. La canción comenzaba con estos bonitos versos:
“Estaba triste el rosal
y más triste el jardinero
porque faltaba una rosa
en aquel jardín de invierno”
Discos, películas, galas…Por esa época, Manuel, aquel niño nacido en 1931 en Las Norias de Daza, pequeño pueblo de Almería, quinto hijo de Antonio García y María del Carmen Escobar (a quien dedicó su célebre canción “Madrecita María del Carmen”), era ya un ídolo en España.
Una familia ejemplar
Mientras Vanessa crecía y se aplicaba en los estudios, Manolo Escobar, en los días de descanso en Benidorm, le contaba a su hija cómo su vida había sido una lucha constante de superación desde la niñez. Desafiando a dos de los cuatro jinetes del Apocalipsis, el hambre y la guerra, los abuelos de Vanessa llenaron de hijos su casa, hasta diez, ocho chicos y dos chicas. Después de la Guerra Civil, subsistir era un problema, pero como todos arrimaban el hombro en el campo, salían adelante.
“Es lo que se echaba de menos
en esta casa, la presencia
de una hija, dijo el cantante”.
Entre tantas dificultades surgió una luz en los años 40 del pasado siglo que guiaría los pasos de los hijos de Antonio y María del Carmen y les mostraría el camino de la cultura, algo impensable en un pueblo arrasado por las bombas. Es una historia sencilla y admirable. El padre del cantante conoció casualmente en un bar a un maestro de un pueblo vecino que había perdido su trabajo, su esposa y la mayor parte de su familia en los desastres de la guerra. Se llamaba Antonio Manzano. Estaba solo en el mundo. No tenía ni un plato de comida, ni un techo para cobijarse. Con el ánimo hundido y sin futuro, confesó que, más de una vez, había pensado en el suicidio. Lo invitaron a comer en casa de los García Escobar y el hombre, rodeado de tanta chiquillería, algunos hijos ya mocitos que se acercaban a los veinte años, se sintió feliz por primera vez en mucho tiempo.
Vanessa García Marx, la hija adorada por Manolo Escobar y Anita.
La amistad con el maestro continuó, hasta el punto que en unos días lo consideraron como uno más de la familia. Además de la enseñanza general, Antonio Manzano era profesor de música, lo que ilusionó a los chavales que, en pocos días, comenzaron a aprender solfeo. Con un laúd y una guitarra, el maestro Manzano formó un grupito musical, “Los niños de Antonio García”, en el que Manolo era el solista. Empezaron a ser conocidos por sus actuaciones en bautizos y fiestas familiares.
Un día se le encendió la lucecita a Baldomero y les propuso a sus hermanos salir de aquel pueblo almeriense e irse a Barcelona, donde ya se habían establecido varios vecinos. Era el año 1946, el hambre reinaba en España, Cataluña y el País Vasco levantaban con su industria la economía de una nación que parecía una escombrera. Como emigrantes en busca de fortuna los chicos García Escobar llegaron en tren a Barcelona con dos maletas de cartón atadas con cuerdas. Buscaron un nombre artístico, “Manolo y sus guitarras”, fueron a una agencia musical que les diese trabajo y en un par de años eran conocidos en todos los hoteles de la Costa Brava. Después vendrían sesenta años de éxito en España con cientos de canciones y casi veinte películas.
Vanessa, actriz y periodista
Si Vanessa tuvo suerte con sus padres, sus padres tuvieron la misma suerte con su hija. Desde sus primeros pasos en el colegio, hasta llegar a la Universidad, fue una niña modelo. Quiso ser bailarina, pero se lesionó una rodilla y los médicos le aconsejaron que eligiera otra profesión. Su padre le sugirió que estudiara Historia del Arte, pues el cantante, a lo largo de su vida, reunió una colección extraordinaria de pintura. Pero Vanessa se inclinó por el periodismo y estudió Ciencias de la Información, carrera que alternó con declamación e interpretación.
“No quería que la contrataran
por ser quien era.
Así estuvo a las órdenes
de Ana Rosa,
o de Concha García Campoy…”
Pero mientras nuestra joven protagonista batallaba con los libros, el amor de los 17 años batallaba con ella. En 1995 conoció a Esteban, chico formal, gallego de Orense, que en 2011 se convirtió en padre de Marta, la primera hija de Vanessa. Atrás habían quedado tiempos de trabajo incesante de la joven periodista que siempre que podía ocultaba que era hija de Manolo Escobar. No quería que la contrataran por ser quien era. Así estuvo a las órdenes de Ana Rosa, o de Concha García Campoy, participó en gran cantidad de programas y en homenaje a su padre montó e interpretó la obra teatral “Mi carro lo tienes tú”.
Pero la felicidad suele ser esquiva. Súbitamente surge el dolor que la nubla. En 2010 le diagnosticaron al cantante un cáncer de colon. Manolo Escobar luchó contra él con su mejor arma, el trabajo y estuvo en los escenarios hasta pocas semanas antes del fallecimiento, en octubre de 2013. Por primera vez Vanessa supo lo que es llorar amargamente. Adoraba a su padre, quien ponía la sonrisa hasta en los momentos más duros:
Manolo y Anita fueron muy felices junto a Vanessa
- Vanessa, el día que yo muera, antes de que me entierren, pínchame varias veces con un alfiler, no vaya a ser que esté vivo y no se hayan dado cuenta.
Abrazada a él, le hizo una promesa.
- Tendré un hijo que se llamará Manolo, como tú.
Cumplió su palabra y en 2015 nació un niño al que Vanessa y Esteban pusieron de nombre Manuel, en recuerdo de su abuelo.
Después de casi sesenta años de casados, la ausencia de Manolo Escobar rompió el corazón de Anita. La dueña de los bellos ojos azules que enamoraron para siempre al cantante, dejó de comer, se hundió en una tristeza infinita y murió el 1 de enero de este año 2017. Vanessa recuerda a sus padres constantemente:
- No me acostumbro a vivir sin ellos. Los llevo siempre en la cabeza. Creo que en cualquier momento van a aparecer ante mí.
A la fuerza, Vanessa tiene que volar sin sus padres, aunque siempre con el apoyo de Esteban, aquel chico de Orense, padre de sus hijos, fiel a ella como buen caballero.