OPINIÓN
Teresa Rabal, generosa y valiente
Aunque la vida le ha vuelto la espalda, sigue en la brecha con ilusión tras haber superado un cáncer y las muertes de su padre y de su marido
Lleva en su rostro los surcos crueles del sufrimiento, pero también las huellas imborrables de su esplendorosa juventud. Cuando siente que las lágrimas se derraman desde sus bellos ojos, trata de esconderlas detrás de una sonrisa, esa sonrisa dulce, sencilla, patrimonio de la familia Rabal, que brota sin ningún esfuerzo, incluso ahora que el dolor y el infortunio se han cebado en ella. Después de la muerte de su padre, a quien estaba muy unida, cayó enfermo su marido, Eduardo Rodrigo, que también ha fallecido, igual que su suegro, de una enfermedad pulmonar, y en medio, ha tenido que luchar contra un cáncer de mama. En pocos años ha visto cómo su vida, que era un himno de la alegría en su familia, ha sido maltratada por el infortunio. Pero su fortaleza innata la mantiene en pie de guerra. Necesita trabajo. Actriz y cantante, puede con lo que le echen. Y cuando necesita consuelo, se refugia en su madre, la eximia actriz Asunción Balaguer, quien a los 91 años sigue en plena forma. Y en sus hijos María y Luis, que le ha dado dos nietas, Paula y Susana, debilidad de abuela Teresa, a quien conocí cuando era quinceañera. Me la presentó, creo recordar que en el instituto madrileño Isabel La Católica, su profesor de Literatura e ilustre periodista José Montero Alonso allá por los años 1967 o 68 del pasado siglo XX.
Actriz a los 9 años
Era todavía una niña cuando sus ojos vivaces, curiosos, transparentes de ingenuidad, descubrieron que había un mundo, el cine, atrayente, mimado por la fama, en el que su padre triunfaba, no sólo en España, sino en toda Europa. Por carambolas de la vida, el cine le abrió sus puertas, cuando tenía 9 años, de la mano de uno de los mejores directores del mundo, Luis Buñuel, aragonés de Calanda, para intervenir en “Viridiana”, la película galardonada con la Palma de Oro en el Festival Cinematográfico de Cannes de 1961. Ahí arrancaba la fulgurante trayectoria artística de Teresa Rabal, frenada por la decisión de sus padres de que antes de seguir debía terminar el bachillerato y así poder elegir entre una carrera universitaria o el mundo de la interpretación.
- “Viridiana” supuso un reto para mí y además gané el primer sueldo de mi vida, cinco mil pesetas, que entonces era mucho dinero.
En 1967, obtenido el grado de bachiller, Teresa eligió la mejor escuela para ser actriz: el teatro, donde los intérpretes se quedan solos ante el público, sin trampa ni cartón, para convertirse en personajes creíbles. Sobre las tablas del escenario no se pueden repetir las escenas dos o diez veces. Comenzó en la compañía de Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo, quienes fueron sus primeros maestros.
Teresa Rabal, cumplirá 65 años el próximo 5 de noviembre.
- Para la dicción y el movimiento de una actriz, lo mejor es el teatro, nada que ver con el cine o la televisión, donde todo son facilidades.
Fernando Fernán Gómez, que la dirigió en la obra de Lope de Vega “La malcasada”, dijo de Teresa:
- Lleva en la sangre el talento de sus padres. Paco y Asunción, dos de los mejores actores que hay en España.
Se cruzó el amor
Lanzada a conquistar el éxito, Teresa Rabal, con 17 años, fue llamada para intervenir en la película “Los desafíos” junto a sus padres, Francisco y Asunción. Seguidamente lo hizo en “Las gatas tienen frío” y “Goya, historia de una soldad”. En cinco años intervino en doce películas. Pero los amores son inseparables de la juventud. La joven actriz conoció a un compositor argentino, Eduardo Rodrigo, ocho años mayor que ella y se enamoró sin resquicios, hasta tal punto que, cuando entendió que su amor de pareja podía peligrar a causa de las continuas separaciones, dejó parcialmente el cine y el teatro, se centró en la televisión como presentadora (sustituyó a Rita Irasema en el programa infantil “La guardería”) y colgó su brillante carrera para dedicarse a la gente menuda con programas creados por ella y Eduardo Rodrigo.
Teresa ha estado siempre muy unida a su madre y sabía que Asunción Balaguer tomó la “sublime decisión” de apartarse del cine y del teatro para salvar su matrimonio con Francisco Rabal. Asunción lo explica así:
- Para mí siempre ha sido más importante la familia que mi profesión. Después de casarnos tuvimos muy pronto a nuestros dos hijos, Teresa y Benito. No podía abandonarlos en manos de nadie. Y además, Paco me necesitaba. Cuando regresaba después de un rodaje, ya fuera en España o el extranjero, que yo lo esperara en casa era su mayor deseo. Y como a mí también me gustaba mucho estar con él, porque siempre he estado enamoradísima, lo hacía con gusto. Paco fue mi vida. Y por nada del mundo quería contribuir a que se rompiera nuestro matrimonio. Así fue hasta que la muerte nos separó. Sucedió en un avión cuando regresábamos de Canadá. Yo estaba a su lado en ese fatal momento. Desde que él no está, ando por el mundo completamente desorientada.
Teresa y Eduardo, una pareja que hizo bandera de su fidelidad durante 45 años.
“Teresa, eres muy fuerte”
En 2014, cuando todavía los Rabal seguían lacerados con los recuerdos del patriarca Francisco, se vieron convulsionados por negros presagios al serle detectada a Eduardo Rodrigo una grave dolencia pulmonar. Cuando una enfermedad imparable anida en una familia, produce un terremoto de emociones dolorosas que afectan a todos, grandes y chicos. Y más en el caso de un hombre como el marido de Teresa, buena persona, cariñoso, trabajador, creador constante de ideas. Entre el miedo y la esperanza iniciaron el camino tortuoso de ayudar a quien día a día, despacio, pero sin detenerse, se deterioraba por un mal inexorable. El proyecto vital de Teresa y Eduardo comenzó a tambalearse, aunque en ningún momento fueran minados por el desánimo. “Te vamos a curar, vas a volver a estar bien. Levantaremos de nuevo las lonas del circo”, le repetía una y otra vez Teresa a su marido.
El circo de Teresa Rabal, un sueño de fantasía hecho realidad, nació en 1980 y lo cerraron en esta primera etapa diez años después en 1990. Volvió en 2010 hasta 2014 en que terminó definitivamente por la enfermedad de Eduardo. Fue una aventura que parecía imposible. Teresa y Eduardo vivieron la magia de llevar la alegría bajo las lonas por ciudades y pueblos de España. No ganaron dinero, pero ganaron el amor y la admiración de los niños. Teresa Rabal siempre los ha tenido como eje de su vida artística, no sólo al cantarles “Veo, veo”, “De oca a oca” o “Soy Gigí”, sino creando concursos provinciales, nacionales e internacionales para lanzar a la fama a niños privilegiados que años después han sido figuras de la música.
Teresa consagró sus días en ayudar a su marido. Pero a veces las malas rachas se enquistan y ella también cayó enferma, con un cáncer que logró superar mientras Eduardo iba perdiendo su batalla.
No pudo ser. Este 2017 lo lleva marcado en dolor Teresa Rabal, que perdió a su compañero igual que hace años le ocurrió a su madre. Ahora las dos viven muy cerca la una de la otra en Alpedrete, en la Sierra madrileña. A Teresa le ofrecen algunos trabajos. Sabe que un papel en el cine o en el teatro son la mejor terapia para superar la soledad y el dolor. Aunque le queda siempre el cariño de sus nietas y de su madre. Asunción la anima con una frase que le repite a diario. “Adelante Teresa, que eres muy fuerte”.