Rafa Nadal, el Zurdo de Oro

Enamorado de Mery desde hace 17 años, no quiere hablar de boda, ni de hijos

Redactado por: Julián Navarro
18-02-18

Si tenemos en cuenta su palmarés y su edad (31 años), Rafael Nadal es el mejor tenista que ha pisado las canchas, según dicen sus colegas André Agassi y John McEnroe. El mallorquín, como en su día lo fueron Induráin en el ciclismo, Severiano Ballesteros en el golf, y en la actualidad Pau Gasol en el baloncesto y Fernando Alonso en automovilismo, es uno de esos deportistas singulares que llenan  una época. A los 10 años jugó su primer torneo y puso sobre el tapete verde sus credenciales: amor propio, ansias de ganar,  derroche de fuerza y humildad franciscana. No ha cambiado pese a que ha conquistado los trofeos españoles e internacionales  más importantes. Cuando le concedieron el premio Príncipe de Asturias en 2008, se decía en el acta del jurado “que tanto en las victorias como en las derrotas se manifiesta siempre como un gran deportista que incluso elogia a sus rivales”. Efectivamente elogia a los adversarios cuando ha terminado el partido, pero mientras está en la pista les echa unas miradas como si fueran sus peores enemigos. Sus ojos despiden destellos implacables.

Decía el recordado Luis Aragonés a los futbolistas de la selección española que “había que ganar, ganar y ganar, y volver a ganar”. Y ese es el lema de Rafael Nadal. No entiende otro idioma que el del triunfo. Ha conseguido una inmensa fortuna que le permite vivir en un espacioso chalet frente al mar, navegar en un precioso yate y ayudar a los necesitados con una fundación a la que destina más de tres millones de euros al año. De los más de mil partidos que ha disputado como profesional ha vencido en ochocientos. Quince años en la cresta de la ola. Admirado en todo el mundo. Tanto que cuando en 2003 el observatorio astronómico de Mallorca descubrió un asteroide parecido a una pequeña Luna dando vueltas por los espacios siderales, lo bautizaron con el nombre de Rafael Nadal. En un cuaderno de incidencias un técnico escribió esta nota: “A las veinte horas del día de la fecha ha sido captado cerca de la órbita del planeta Urano a Rafael Nadal  a una velocidad de 80.000 kilómetros por hora”. Cosas de la fama.

2009, año de tristeza

Sin embargo, en su vida personal los éxitos deportivos no son todo para Rafa. Cuando se despoja de su uniforme y guarda las raquetas, se encierra en la habitación de su hotel y con el teléfono abre sus canales afectivos. A sus padres, Ana María Parera y Sebastián Nadal, les cuenta cómo ha transcurrido el día, su estado de ánimo, la ilusión por ganar el siguiente partido, y recibe el beso a distancia que le envía su madre y los consejos de su padre, hermano de tío Tony Nadal, el hombre que hizo campeón a Rafa. Luego habla, durante una hora o dos, con su amor, su eterno amor, María Francisca Perelló, a quien llama Mery, aunque los periodistas la bautizaron con el apelativo de Xisca. 

Este invariable ritual se interrumpió en 2009 cuando Rafael Nadal perdió durante dos años la brújula de su vida. Quedó desorientado. Las madrugadas largas, inacabables, llenas de fantasmas que nos traen  miedo y dolor, no le permitían el necesario descanso y perdió muchos partidos de tenis sin que nadie, salvo él, supiera la razón.

Había sucedido algo inesperado, tan inesperado como un terremoto. Sus padres esperaron a que Rafael tuviera unos días libres y viajara a Mallorca para hablar con él de un asunto familiar de mucha trascendencia. Por ser el mayor de los tres hijos del matrimonio Nadal-Parera, quisieron que Rafael fuera el primero en conocerlo. Su padre rompió el fuego. Sin muchos preámbulos explicó que habían decidido separarse. Mudo por la sorpresa, Rafa no dijo nada,  quedó con la mirada perdida en el suelo, se limpió unas lágrimas y marchó en busca de sus hermanos Maribel y Tomeu para comentar lo sucedido. Al parecer la decisión era irrevocable, tanto por parte del padre como de la madre.

 

“…que tanto en las victorias

como en las derrotas 

e manifiesta siempre como

un gran deportista…”

 

Rafa Nadal, en su libro “Mi historia”, escribió meses después: “Mis padres eran el pilar de mi vida y ese pilar se había desmoronado. Estaba deprimido, me faltaba entusiasmo, había perdido todo el amor por la vida”.

Para mitigar la pena del campeón, Ana María lo acompañó con más frecuencia durante un tiempo, pero también tenía que atender a sus otros dos hijos que vivían en Mallorca. Rafael y sus hermanos, como ocurre en cualquier matrimonio que se separa, no pedían a sus padres ninguna explicación y trataban de estar con ellos el mayor tiempo posible, pero la tristeza no disminuía.

Fueron dos años interminables. Ana María y Sebastián sólo se veían en algún acontecimiento familiar. Pero no ignoraban el daño que, por circunstancias de la vida, habían causado en los tres hijos. Los dos echaron valor a la situación y decidieron  vivir juntos de nuevo. Fue a primeros de 2011. Y a partir de esa fecha, el tenista comenzó a mejorar su rendimiento y volvió a ser el que era. 

“La reconciliación de mis padres ha sido el acontecimiento más feliz de mi vida”, dijo Rafael Nadal, un hombre tan pegado a la familia que, antes de tener el chalet frente al mar, residían en una casa de cuatro plantas en Manacor. La planta baja era para los abuelos. La primera, para Tío Toni Nadal. La segunda para los padres del tenista. Y la última para los tres hijos. Cada uno en su casa, pero todos en el mismo edificio.

Un amor de siempre

Rafael Nadal habla poco, lo justo y necesario, pero cuando algún tema no le gusta, lo aparta inmediatamente de la conversación. Recientemente le preguntó un periodista ante el micrófono si pensaba casarse  y tener hijos. Cortó al instante. “No hablemos de eso”, respondió, aunque su larga historia de amor con Mery parece de película romántica.

Maribel, hermana de Rafa, cuenta cómo se conocieron el tenista y su novia.

-En septiembre del año 2000 matricularon a mi hermano en el colegio religioso al que yo iba, que era mixto. El primer día que llegó, con cara de despistado como es lógico, no se separó de mí en los recreos y  le fui presentando a mis amigas. “Mira Rafa esta es María Francisca”. Se dieron un beso en las mejillas y quedaron como hipnotizados mirándose a los ojos. Ella tenía 12 años y mi hermano 14. Me di cuenta de que se habían gustado. A partir de ese día siempre jugaban juntos,hasta que en 2005 formalizaron sus relaciones. Están muy enamorados a pesar de los continuos viajes de mi hermano. Y de boda nadie comenta nada.

Pero creemos que todo tiene su explicación. El campeón vive, piensa y actúa sólo para el tenis. Una dedicación total y absoluta durante 350 días al año, puesto que se reserva dos semanas para vacaciones. Por otra parte es muy sensible a cualquier alteración en su ritmo diario y con su manera de ser, perfeccionista, milimetrado, detallista, obsesivo, ve imposible participar en torneos y al mismo tiempo organizar una boda que constituiría un acontecimiento de alcance mundial. Vaticinamos, con todas las reservas, que no se casará hasta que se retire de las competiciones, lo que por ahora no se vislumbra.

Más que en su situación personal, Nadal piensa en ganarle la guerra particular a su amigo y adversario el suizo Roger Federer que lleva conseguidos 20 premios de Grand Slam, mientras que Rafa ha logrado 16, aunque juega a su favor con el factor edad ya que el suizo tiene 36 años y Nadal 31. Es una lucha para pasar a la Historia. 

“El campeón vive, piensa y actúa sólo para el tenis.Una dedicación total y absoluta durante 350 días al año

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Rafael Nadal, 31 años, un coloso del tenis a nivel mundial.

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Rafa y su novia, María Francisca Perelló, dos años más joven que él.

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