OPINIÓN
Fuenteovejuna
Nos hallamos en plena resaca electoral, sin un solo partido que pueda gobernar en solitario; por tal, se da el denominador común de la división política entre los cargos que representan a los electores en el ámbito comunitario europeo, nacional, regional y local. No es que la sociedad esté dividida, es que está cansada de tanto abuso y como en Fuenteovejuna, no es pretensión popular cambiar el sistema social, sino pronunciar una desesperada petición de justicia.
Por proximidad, son los resultados municipales los que más nos tocan los corazones, porque en la praxis es más un asunto vecinal y de convivencia que una imposición administrativa, encima, adobado con rencillas personales.
Sin duda, la falta de mayorías, supone un considerable esfuerzo de entendimiento para afrontar el reto diario y sostener una amable convivencia, como la que se logró por las bravas en el pueblo cordobés, solo que en el caso que nos ocupa hoy, el comendador de Ocaña, no sería otro que un desacuerdo que nos bloquearía y deshonraría como ciudadanos racionales, bajo la terca opresión de quienes quieren someter a los demás a su parecer sin deparar en razones, logros comunes ni sentimientos, sino más bien en cuestiones personales.
Aquella del gran Lope de Vega fue la historia de lo que aconteció en el pueblo de Fuenteovejuna, basada en un hecho histórico pasado a drama, donde D. Fernán Gómez, comendador de Ocaña, se permite el derecho de pernada y otros excesos, ante los cuales el pueblo entero se solidariza en su dignidad, tomando por su mano el ajusticiamiento del que en la realidad fue el comendador mayor de Calatrava, partidario de doña Juana la Beltraneja, y por tanto del partido opuesto a Isabel la Católica – dicho sea de paso – . Tras los hechos, los monarcas pusieron el asunto en manos de la justicia, que “aun atormentando a muchos dellos” sólo encontró una respuesta:
“-¿Quién mató al Comendador?
-Fuenteovejuna, Señor.
-¿Quién es Fuenteovejuna?
-Todo el pueblo, a una.”
Dado que los políticos están sometidos a los intereses de su condición, no todos los consensos son así de populares: llama la atención, cómo esta villa se ha montado su particular Fuenteovejuna, no frente a un abusador, sino frente a alguien que la convirtió en ciudad universitaria, la dotó de un “coliseo de la cultura, remodeló calles y edificios emblemáticos, promovió la creación de jardines, grandes instalaciones deportivas, un instituto y hasta nuestro gentilicio ante la RAE. Alguien que se ocupó tanto del medio ambiente, de la cultura y de lo de todos, entre cuidado del entorno, buenos servicios sociales , convenios, centros de enseñanza y viviendas públicas.
Pilar Martinez es alguien con muy buena ideas, que puso en práctica en el Ayuntamiento de la capital de España con la nueva M-30, o el corredor verde del Manzanares. Por citar lo más destacado, que ha desempeñado con solvencia un alto cargo ministerial … en fin, que ha trabajado, como ya quisieran muchos de los que ahora la abuchean. Defectos, los tiene sin duda, como todo el mundo, sólo que al exponerse más al servicio de la sociedad, las envidias los exageran y hasta inventan llevándolos de taberna en taberna a favor de intentar ocupar su lugar.
A pesar de este contrasentido, sería deseable que lo primero en lograr por los que vayan a ocupar ahora los sillones consistoriales, sea esa buena sintonía apolítica que beneficie a la población villaodonense en su conjunto, alejándose del enfrentamiento y estereotipos al uso, que la división da peores frutos que la concordia.