Los buenos modales en la política también importan

Redactado por: Roberto Alonso
18-01-19

La semana pasada, la concejal María Martín dimitió como Secretaria General del PP de Villaviciosa. Al siguiente día un diario digital se hacía eco de la existencia de un viejo y conocido procedimiento judicial que afecta a la familia de Pilar Martínez, Presidente del PP de nuestra localidad. En el cuerpo del artículo se daba cuenta también de la dimisión de María Martín. Dos fotos realzan la noticia: una de Pilar Martínez con el fondo del patrimonio familiar afectado por el procedimiento judicial mencionado y otra de una sonriente María Martín. El relato -como se dice ahora, o el cuento, como se ha dicho toda la vida- que subyace a la noticia no puede ser más simple: el PP en Villaviciosa tiene un problema, su candidata a las municipales está “acechada” por la justicia, pero tenemos una heroína, María Martín, dispuesta en el último momento a salvar la crítica situación. Los destinatarios de la misiva no eran los electores de Villaviciosa, ni tampoco los afiliados del PP en nuestra localidad, sino la dirección regional de ese partido a la que se intentaba presionar a través de los círculos periodísticos digitales con objeto de promocionar la candidatura a la alcaldía de María Martín. La dimisión de esta se resolvió en unas pocas horas nombrando el Comité Ejecutivo del PP por unanimidad a Daniel Rodríguez Naranjo como nuevo Secretario General. 

El hecho en si no tiene trascendencia ni impacto alguno y no merecería mayor comentario, si no fuera por los modales poco afortunados que denota. Si una persona ambiciona ser candidata a la alcaldía tiene su derecho a postularse, pero debe hacerlo de forma abierta y transparente respetando las reglas del juego que establecen los partidos y la legislación electoral general. Quien recurre a moverse entre bambalinas, es porque sabe que no puede competir con otros por atraerse el afecto de los afiliados y menos aún de aumentar gracias a su liderazgo personal el apoyo que de forma natural tenga su partido entre los electores de nuestra localidad. 

El procedimiento judicial con el que se dispara a Pilar Martínez tiene el calibre y el recorrido de un perdigón. Se trata de una denuncia presentada por un vecino de nuestra localidad propietario de una finca colindante a la de la familia de Martínez, el cual a modo de vendetta responde a las denuncias que antes había interpuesto la familia Martínez a este vecino por maltrato animal y por las cuales ya ha sido sancionado de manera firme. El asunto que se emplea como munición política no puede ser más chusco. Para más inri, los hechos a los que alude el vecino en su demanda y que están pendientes de juicio, son anteriores a la fecha en que Pilar Martínez adquirió por herencia una modesta cuota del 12% de esta propiedad. En fin, considerar este asunto un “acecho judicial” refleja los peores modos políticos de las redes de intereses de algunos medios digitales en apoyo de sus jóvenes leones. La justicia, aunque lenta, dejará todo en su sitio y esta maniobra a ningún lado llegará, únicamente será reflejo de unos modales poco afortunados para la política, el periodismo y la vida social en general.

Roberto Alonso Santamaría 

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